lunes, 2 de agosto de 2010

Un cafe y un suspiro...por favor

Ella estaba con la mirada fija en un punto, no se atrevía a pestañar para no alterar el perfecto orden que la rodeaba…él aprecio con paso lento,se acerco a su mesa, llevo su mano al bolsillo y dejo ver una pequeña caja de madera, acercándola al rostro inamovible de ella pudo capturar un suspiro y fue en ese instate cuando la frágil mujer cerro sus ojos…al volver a mirar solamente pudo ver al mozo que indiferente apoyo una taza de café en su mesa….

Ella sentía incertidumbre a causa del suspiro ausente, no recordaba, no conocía su pasado, y poco sabia de su presente, pero ese día empezaba esta historia…ese fue el primer encuentro que tuvo con él, tal vez, el más cercano de todos…
Él se hacía presente en varios momentos del día, traía un mensaje, de ese modo generaba un truque…seis o siete palabras se intercambiaban por un suspiro. El tiempo pasaba realmente despacio, y después de tantas palabras solo se hacía presente a cuenta gotas…ella se había quedado sin suspiros, pero él no se encontraba conforme con lo que había tomado.
Sentada cerca de la estación de Avellaneda rezaba y esperaba un milagro, esos trueques no le convenían, la estaban dejando realmente sola,( es bien sabido que una persona que no suspira…esta sola, no siente el sabor del mate, ni los alfajores de maicena) y por fin llego él, con la seguridad propia de los inocentes se acerco hasta su mesa, inclino la cabeza y roso su rostro, no fue necesario en ese momento un intercambio de palabras, se sentó frente a ella y se miraron..Cuanto duro ese momento? No puedo asegurarlo, horas, tal vez días…él se puso de pie y se acerco hacia la lejanía…ella espero y vio como el mozo apoyaba una taza de café en su mesa.
Las apariciones fueron cada vez mas espaciadas, de todos modos ella no podía recuperar ni un solo suspiro.

Tomemos una taza de café.

El tiempo..Ah el bendito tiempo la enfrento con fantasmas que querían parecerse al él, pero no lo lograban, ella fingía suspiros, pasaba largas noches ensayándolos, pero nunca fueron reales.
Inundaron sus ojos, las montañas, los ríos, los pinos, el mar, los cerros, pero aquella belleza no se comparaba con aquel que fue capaz de dejarla sin aliento.
Las horas, los días las semanas, meses, y años sin volver saber de él estaban dejando a esa mujer sin sueños.
Volvió como vuelve a llover, así…sin decir nada y tuvieron que acordar algo, fijar un pacto, ella no quería perecer, él quería ser cauto pero a veces es imposible dar sin entregar…fingieron ambos, dieron todo sin revelarlo, dejaron una marca en la piel de cada uno, un símbolo que los uniera para siempre, pero que marcara un espacio…en ese instante, ella recupero algunos suspiros, no todos, pero por ahí alcanzaba para seguir…

Más tazas de café.

El invierno se llevo las penas y dejo hojas volando por la habitación…sonidos que parecían conocidos…ya no había mensajes, no había forma de volver…sentada en una habitación oscura, los muebles cubiertos de polvo, y el mozo apoyo la taza de café sobre la vieja mesa.
Creyó cuanto pudo, espero más de lo acordado…y en un momento comenzó a desarmarse, puso su corazón en un plato, los labios los guardo en la bolsa del pan, corto sus dedos y ahí recordó que no había acuerdo…entendió que el sentido de todo era el sinsentido…
Sentanda cerca de la estación de Avellaneda miró su piel, no encontró marcas…suspiro, el mozo apoyo la taza de café. No me gusta el café, me provoca insomnio, dijo ella y se puso de pie.

Mi Coria.

Dedicado a Santiago Diaz.

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