tag:blogger.com,1999:blog-79958426977882973462024-02-20T15:51:30.245-03:00Qué se le va´cerMiriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.comBlogger138125tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-71280568574174468492018-02-06T08:51:00.003-03:002018-02-06T08:54:55.616-03:00Siempre es un placer leer a Cortázar<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-n4sVo0I2DeQ/WnmTY3WEGsI/AAAAAAAAEh4/Kibb6Z0tcUcvrMoSVoAPtbCuMHiElc9aQCEwYBhgL/s1600/37008_1.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="295" data-original-width="510" height="185" src="https://4.bp.blogspot.com/-n4sVo0I2DeQ/WnmTY3WEGsI/AAAAAAAAEh4/Kibb6Z0tcUcvrMoSVoAPtbCuMHiElc9aQCEwYBhgL/s320/37008_1.jpg" width="320" /></a></div>
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Conducta en los velorios<br />
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[Cuento - Texto completo.]<br />
Julio Cortázar<br />
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No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio esté a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.</div>
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En Pacífico las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. Para estas ocasiones los vecinos condescienden a apagar las radios, y quedan solamente los jazmines y los parientes, alternándose contra las paredes. Llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. Una o dos horas después toda la familia está en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. Un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los Particulares livianos son el puente confidencial; antes de media noche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos. Por lo común mi hermana la menor se encarga de la primera escaramuza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa los ojos con un pañuelo violeta y empieza a llorar, primero en silencio, empapando el pañuelo a un punto increíble, después con hipos y jadeos, y finalmente le acomete un ataque terrible de llanto que obliga a las vecinas a llevarla a la cama preparada para esas emergencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mientras otras vecinas se ocupan de los parientes cercanos bruscamente contagiados por la crisis. Durante un rato hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capilla ardiente, preguntas y noticias en voz baja, encogimientos de hombros por parte de los vecinos. Agotados por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo, los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese mismo momento mis tres primas segundas se largan a llorar sin afectación, sin gritos, pero tan conmovedoramente que los parientes y vecinos sienten la emulación, comprenden que no es posible quedarse así descansando mientras extraños de la otra cuadra se afligen de tal manera, y otra vez se suman a la deploración general, otra vez hay que hacer sitio en las camas, apantallar a señoras ancianas, aflojar el cinturón a viejitos convulsionados. Mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuoria y ubicarnos junto al ataúd. Por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de Villa Albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle General Rodríguez, en Bánfield, cosas así, siempre tan tristes. Nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa. Pero son pocos, y mienten (eso lo sabemos por mi prima segunda la mayor, y nos da fuerzas). En vano acumulan los hipos y los desmayos, inútilmente los vecinos más solidarios los apoyan con sus consuelos y sus reflexiones, llevándolos y trayéndolos para que descansen y se reincorporen a la lucha. Mis padres y mi tío el mayor nos reemplazan ahora, hay algo que impone respeto en el dolor de estos ancianos que han venido desde la calle Humboldt, cinco cuadras contando desde la esquina, para velar al finado.Los vecinos más coherentes empiezan a perder pie, dejan caer a los deudos, se van a la cocina a beber grapa y a comentar; algunos parientes, extenuados por una hora y media de llanto sostenido, duermen estertorosamente. Nosotros nos relevamos en orden, aunque sin dar la impresión de nada preparado; antes de las seis de la mañana somos los dueños indiscutidos del velorio, la mayoría de los vecinos se han ido a dormir a sus casas, los parientes yacen en diferentes posturas y grados de abotagamiento, el alba nace en el patio. A esa hora mis tías organizan enérgicos refrigerios en la cocina, bebemos café hirviendo, nos miramos brillantemente al cruzarnos en el zaguán o los dormitorios; tenemos algo de hormigas yendo y viniendo, frotándose las antenas al pasar. Cuando llega el coche fúnebre las disposiciones están tomadas, mis hermanas llevan a los parientes a despedirse del finado antes del cierre del ataúd, los sostienen y confortan mientras mis primas y mis hermanos se van adelantando hasta desalojarlos, abreviar el ultimo adiós y quedarse solos junto al muerto. Rendidos, extraviados, comprendiendo vagamente pero incapaces de reaccionar, los deudos se dejan llevar y traer, beben cualquier cosa que se les acerca a los labios, y responden con vagas protestas inconsistentes a las cariñosas solicitudes de mis primas y mis hermanas.Cuando es hora de partir y la casa está llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. Alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es como debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. En el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo, y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. El resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. Y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño. Apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco.Estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca, y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. Dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. Apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas que lloran colgadas de su chaleco. Un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos en sus manos húmedas. Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes.</div>
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Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-86505086306109254502018-02-03T13:31:00.004-03:002018-02-03T13:31:54.574-03:00De mi estimado Marin Kohan<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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UNA PENA EXTRAORDINARIA</div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Mañana, al amanecer, voy a ser ejecutado. Aquí, para peor, consideran que el primer albor que comienza a verse en el horizonte es ya el amanecer, sin que haga falta esperar a que el sol aparezca en el cielo. Por eso, presumo, establecieron las seis en punto de la mañana como hora exacta para proceder a mi ejecución: a esa hora (estamos en mayo) no va a ser cabalmente de día; más bien va a estar, como se suele decir, clareando. Para cuando sea de día. cabalmente de día. yo voy a estar muerto.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Nadie dice, desde luego, que mañana, al amanecer, me van a matar. Dicen, a veces, que me van a ajusticiar (es decir, que me van a aplicar la justicia; pero también a quien es declarado inocente, siempre y cuando lo sea y no se valga de un falso ardid para parecerlo, se le aplica la justicia, y pese a ello, no se dice de él que lo ajusticien). Lo que casi siempre dicen, como yo lo he dicho recién, es que me van a ejecutar, y lo que me gusta de la expresión (de la expresión, no del hecho) es que cuando se habla de una cosa, no de una persona, cuando se dice que hay que ejecutar algo, y no a alguien, la idea es la de hacer esa cosa: crearla o concretarla. Aplicada a mí, en este caso, la palabra adquiere el sentido exactamente contrario.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En una celda estrecha y banal, una celda que no es ni siquiera aquella en la que pasé los meses que demoró mi proceso y que llegó a tener, inesperadamente, algo que ver conmigo, no hago otra cosa que esperar que el tiempo pase. Estoy sentado en el camastro de metal, fumando; a través de los barrotes y del cerrojo veo al guardián ir y venir. No tengo ganas de hacer nada. Dentro de seis horas voy a ser ejecutado (acaban de dar las doce: hoy ya es el día de mi muerte). Lo más extraño de todo es la forma en que se ha transformado mi noción de futuro. Podría tratar de dormir, pero me parece inútil hacer algún esfuerzo por dormir cuando dentro de un rato voy a entrar en lo que la expresión vulgar, e incierta, denomina el sueño eterno. Podría tratar de leer algo, pero tendría que ser algo breve: si empezara a leer una novela ahora, no llegaría a terminarla.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">De manera que estoy aquí, en la celda, recostado contra la pared, los pies colgando, sin hacer nada. Espero y dejo que el tiempo pase, pero la verdad es que no podría no esperar (para no esperar tendría que suicidarme, pero son ellos, y no yo, los que deben encargarse de la ejecución), ni podría tampoco evitar que el tiempo pase. Fumo, eso sí, y veo pasar al guardia, de un lado para el otro, por delante de la puerta de mi celda: primero nada, después su sombra, después él, después su sombra, después nada; y después lo mismo, de nuevo, pero desde el otro lado.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Mi guardia, el que ahora es mi guardia, mañana, al amanecer, es decir dentro de seis horas, va a ser probablemente mi verdugo (considero verdugos a los que me van a llevar hasta la cámara, me van a hacer pasar, me van a hacer sentar en una silla, me van a atar las muñecas y los tobillos con poderosas correas, me van a palmear, van a salir de la cámara y van a cerrar con toda firmeza una puerta gruesa e indudable: esos serán, para mí, mis verdugos, y no el que se ocupe de bajar la palanquita para que la corriente me atraviese). Este guardia, como toca a todo guardia, ahora me vigila, me custodia: vela por mí. Mañana, sin dejar de ser mi guardia, va a convertirse también en mi verdugo, y con el mismo aire sereno e indiferente con el que ahora me cuida, mañana me va a matar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Siento un poco de frío y me cubro las piernas con una manta gris que hay a los pies del camastro (nadie podría suponer que un trapo tan corto vaya a servirle a alguien que quiera taparse con él para echarse a dormir). Lo único que se oye es el tintineo de las llaves que cuelgan, como es propio de todo carcelero, de la cintura del guardia; sus pasos, en cambio, son silenciosos, probablemente tenga suelas de goma y sea eso lo que da la impresión de que algo falta a su taconeo enérgico y regular. Camina con las manos cruzadas detrás de la espalda, como si estuviese reflexionando sobre algo, cosa que dudo; sabe que lo miro cada vez que pasa por delante de la puerta de barrotes, pero él nunca me mira a mí. Debe creer que, si me mira, voy a hablarle, que algo voy a decirle, y entonces él tendría que contestarme o dejarme sin respuesta, y como mañana, cuando salga el sol, yo ya voy a estar muerto, mi guardia seguramente preferirá no haber estado conversando conmigo; pero tampoco se sentiría bien, y de ahí su ajenidad, dejando sin respuesta a un muerto inminente como yo. Entonces va y viene sin hablarme y sin mirarme, para que tampoco yo le hable, y si en algún momento piensa en mí, ha de sentir deseos de que de una vez por todas empiece a amanecer.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Hasta entonces, sólo queda esperar, y nadie supone que vaya a pasar nada. Algo pasa, sin embargo: de pronto suena un timbre. Mi guardia le avisa a otro, a quien yo no alcanzo a ver, y ese otro habla por un teléfono o un intercomunicador o lo que sea. Oigo palabras sueltas de su voz confusa y distante. Pasa un rato y mi guardia se aparta de la línea monótona de su deambular; ahora sí se oyen pasos, y otra vez ruido de llaves, pero no el tintineo de las llaves que cuelgan y chocan entre sí, sino el chirrido que hacen cuando abren y cierran puertas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Es un funcionario: viene a verme. Entra en la celda, por lo que mi guardia, en lugar de retomar su ir y venir, se queda plantado frente a la puerta (mira al piso: es su forma de vigilar la escena en general, sin que parezca que se inmiscuye en la tarea del funcionario). El funcionario me da la mano, me dice su nombre, me pregunta como estoy. La mano se la doy floja, su nombre lo olvido y a la pregunta, por absurda, la paso por alto. Pero es evidente que no hay nada que pueda quebrantar su amabilidad a ultranza: es parte de la política de humanización de las ejecuciones. Quieren demostrar que en todo momento, incluso al matarme, me consideran como persona (por esa razón me evitan una muerte lenta. Siempre se asocia la electricidad con la rapidez, de ahí el uso frecuente de frases que relacionan la luz o los rayos con la velocidad y lo repentino; y es por eso que van a matarme con electricidad).</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El funcionario cumple con su deber. Su deber es preguntarme si acepto que venga un cura a verme, para poder así reconciliarme con Dios antes de morir. No le digo que sí ni que no, no le digo nada, y el funcionario entiende, porque también eso ha de ser parte de su deber, que esa nada significa que no, que no me interesa que venga un cura a verme para así poder reconciliarme con Dios, que hasta tal punto la cuestión me deja indiferente, que ni siquiera me tomo la molestia de expresar mi negativa.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En ese caso, dice el funcionario, siempre con formas amables, no me queda más que consultar cuál es su última voluntad. Yo que fui, poco a poco, desprendiéndome de cada una de mis voluntades, yo que me deshice de toda voluntad para poder así sentarme a esperar que den las seis de la mañana y que amanezca, me encuentro de pronto con este funcionario que tiene el deber de preguntarme cuál es mi última voluntad, y descubro así, no sin sorpresa, que me queda, efectivamente, un deseo final, y advierto también, diré que con alegría, que ese deseo no podrá serme negado. Yo pensé que, como es común decir, estas cosas pasaban nada más que en las películas, pero lo cierto es que aquí han venido a preguntarme por mi voluntad, cuál es mi voluntad, una voluntad que, por ser la última, necesariamente va a cumplirse. Podría pedir una cena, un puro, una botella de champagne; tal vez hasta podría pedir una puta: conseguirme una que venga y sería como si yo no fuese a morir mañana, ha de ser también parte de los deberes del funcionario.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin embargo, mi deseo es otro: mi deseo es volver a ver a Lucía. Esa, le digo al funcionario, es mi última voluntad: ver otra vez a Lucía, antes de la ejecución. El funcionario saca, solícito, una libreta y una lapicera, y toma los datos (Lucía qué, domiciliada dónde, el teléfono cuál es). Es el pedido final de un condenado a muerte, y la última voluntad de los condenados a muerte ha de ser siempre concedida. Es decir que, aunque durante casi dos años Lucía, a veces altiva y a veces rencorosa, persistió en el rechazo de todo encuentro conmigo, esta noche, la víspera de mi ejecución, no podrá no venir.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">¿Sólo verla? — me interroga el funcionario, la lapicera todavía encima de su pequeña libreta, como si también mi respuesta la tuviese que anotar. ¿Sólo verla?, sí — le digo yo —. Conversar con ella. De manera que ahora ya es otro el sentido de mi espera y de mi sensación del paso del tiempo. Desde ahora, desde el momento en que el funcionario, cumplida la primera parte de su deber, se despide con gentileza y se va, presuroso, a cumplir con la segunda, lo que espero no es tanto la temprana claridad del cielo, aunque eso va a llegar, irremediablemente, al fin y al cabo, sino el momento en el que otra vez se oiga ruido de pasos y de cerrojos abriéndose, y sea Lucía la que viene.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ya no aguardo, como antes, sentado en el camastro, los pies colgando sin tocar el suelo, ni calmo ni inquieto. Ahora también yo, al igual que el guardia, ahí afuera, camino de un lado a otro. Yo dispongo, claro, de menos espacio para desplazarme: –si parto de la puerta de la celda, apoyando la espalda contra los barrotes, me bastan tres pasos para llegar hasta el inodoro despojado; si parto, en cambio, desde la pared, no alcanzo a dar tres pasos y estoy tocando el camastro. Lo mismo voy, con pasos largos, de un lado al otro, y ya no pienso en la mañana de mañana, sino en esta misma noche. Pienso en Lucía, que nunca quiso volver a verme y nunca quiso escuchar razones, pero que hoy vendrá porque esa es mi última voluntad de condenado a muerte. Llegará, musitará algo, se sentará en este borde del camastro, fumará; yo no voy a darle explicaciones: voy a sentarme a conversar con ella, porque mañana, a las seis de la mañana, me van a ejecutar, y no tengo otro deseo que ese.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">¿Qué hora es? — le pregunto al guardia, y él, sin detenerse y sin mirarme, se fija en el reloj y dice que más de la una. Una y cinco, una y cuarto, no lo dice: dice más de la una, y entonces yo sé que faltan menos de cinco horas, algo menos de cinco horas, para que se cumpla con mi ejecución. Tal vez alguien se esté ocupando ya de algunos detalles técnicos, quién sabe; pero aunque falte menos tiempo, y no podría ser de otra manera, mi impresión es que ahora falta más, y no menos, para que den las seis.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Debo decir, para que no se crea que mi condición de condenado me es indiferente, que la idea de morir tan pronto no deja de apenarme. No es que tenga miedo del momento en que yo tiemble como un muñeco, atado a la silla, porque eso es cierto que dura poco y me imagino que todo debe acabar antes de que uno llegue a enterarse. Me apena morir tan pronto por las cosas que voy a perderme. Pero también ocurre, y lo uno no quita lo otro, que yo me había resignado a no volver a ver a Lucía y que también eso me tenía siempre amargado (sin esa amargura, no habría pasado lo que pasó). Ahora que sé que, por estar condenado a muerte, voy a volver a verla, me siento incluso feliz: me siento dichoso, si es que tengo derecho a decirlo, y la ansiedad de esperar a Lucía disminuye la angustia de la otra espera.</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">De pronto se oye el mismo timbre de antes, otra vez el guardia que acude e interroga, de nuevo suenan pasos y llaves en los cerrojos y puertas que se abren y se cierran. Yo estoy parado en el medio de mi celda, aunque la celda es tan pequeña que tal vez no pueda decirse que tenga bordes y tenga un centro. Miro hacia la puerta y no veo los barrotes, abro las manos, tenso, como si alguien estuviese a punto de darme algo.</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Detrás del guardia, que se acerca lento, viene el doctor Valentinis. El doctor Valentinis es mi abogado defensor; yo, que deploro a los abogados en general, deploro en particular al doctor Valentinis y al modo en que se le junta saliva en la comisura de los labios cuando habla. Advierto la euforia del doctor Valentinis, la forma estúpida de su contentura: aprieta los puños, me abraza, me palmea, me dice: lo logré, lo logré. Yo lo miro con desprecio: deploro, una y mil veces, al doctor Valentinis; sueño a menudo con un mundo mejor, que no tenga abogados: un mundo aliviado, por ejemplo, del doctor Valentinis.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">— ¿No entendés, pibe? — me dice, ufano, socarrón —. ¡Lo conseguí!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Detesto la jerga de los abogados, la detesto; es por eso que empiezo a golpear, como un loco, los barrotes de la celda, hasta que el guardia, presuroso ahora, viene a ver qué pasa, y entonces yo le exijo, con una firmeza que, por alguna razón, el guardia acata, que se lleve de aquí al doctor Valentinis: que lo saque de mi vista, le digo, apelando a la frase hecha, que se lo lleve, que se lo lleve muy lejos. No quiero saber nada con el doctor Valentinis, mi abogado defensor; no quiero oír esas buenas noticias que él cree traerme, no quiero oír esas noticias dichas con las palabras ásperas y grises que son propias de la jerga de los abogados: apelación, recurso, conmutación, perpetua.</span></div>
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Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-38790135195837236882018-01-29T12:29:00.001-03:002018-01-29T12:31:38.983-03:00Fermin<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/Cxhs9pbupFI/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Cxhs9pbupFI?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
Y así como así, un día Fermin (mi hijo) quiso subir un video a youtube, me parecio raro, Fermin es un niño bastante tímido, pero este fue su primer video, y hoy quiero compartirlo...</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-89922770020064206662015-06-05T23:13:00.001-03:002015-06-05T23:13:36.215-03:00El cerdito<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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La señora estaba siempre vestida de negro y arrastraba sonriente el reumatismo del dormitorio a la sala. Otras habitaciones no había; pero sí una ventana que daba a un pequeño jardín parduzco. Miró el reloj que le colgaba del pecho y pensó que faltaba más de una hora para que llegaran los niños. No eran suyos. A veces dos, a veces tres que llegaban desde las casas en ruinas, más allá de la placita, atravesando el puente de madera sobre la zanja seca ahora, enfurecida de agua en los temporales de invierno.<br />
Aunque los niños empezaran a ir a la escuela, siempre lograban escapar de sus casas o de sus aulas a la hora de pereza y calma de la siesta. Todos, los dos o tres; eran sucios, hambrientos y físicamente muy distintos. Pero la anciana siempre lograba reconocer en ellos algún rasgo del nieto perdido; a veces a Juan le correspondían los ojos o la franqueza de ojos y sonrisa; otras; ella los descubría en Emilio o Guido. Pero no trascurría ninguna tarde sin haber reproducido algún gesto, algún ademán de nieto.<br />
Pasó sin prisa a la cocina para preparar los tres tazones de café con leche y los panques que envolvían dulce de membrillo.<br />
Aquella tarde los chicos no hicieron sonar la campanilla de la verja sino que golpearon con los nudillos el cristal de la puerta de entrada, la anciana demoró en oírlos pero los golpes continuaron insistentes y sin aumentar su fuerza. Por fin, por que había pasado a la sala para acomodar la mesa, la anciana percibió el ruido y divisó las tres siluetas que habían trepados los escalones.<br />
Sentados alrededor de la mesa, con los carrillos hinchados por la dulzura de la golosina, los niños repitieron las habituales tonterías, se acusaron entre ellos de fracasos y traiciones. La anciana no los comprendía pero los miraba comer con una sonrisa inmóvil; para aquella tarde, después de observar mucho para no equivocarse, decidió que Emilio le estaba recordando el nieto mucho más que los otros dos. Sobre todo con el movimientos de las manos.<br />
Mientras lavaba la loza en la cocina oyó el coro de risas, las apagadas voces del secreteo y luego el silencio. Alguno caminó furtivo y ella no pudo oír el ruido sordo del hierro en la cabeza. Ya no oyó nada más, bamboleó el cuerpo y luego quedó quieta en el suelo de su cocina.<br />
Revolvieron en todos los muebles del dormitorio, buscaron debajo del colchón. Se repartieron billetes y monedas y Juan le propuso a Emilio:<br />
-Dale otro golpe. Por si las dudas.<br />
Caminaron despacio bajo el sol y al llegar al tablón de la zanja cada uno regresó separado, al barrio miserable. Cada uno a su choza y Guido, cuando estuvo en la suya, vacía como siempre en la tarde, levantó ropas, chatarra y desperdicios del cajón que tenía junto al catre y extrajo la alcancía blanca y manchada para guardar su dinero; una alcancía de yeso en forma de cerdito con una ranura en el lomo.<br />
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Juan Carlos Onetti.<br />
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<br /></div>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-7531352032322332472015-02-06T03:10:00.001-03:002015-02-06T03:10:19.167-03:00Que va!<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Dicen que las personas se conocen por algún motivo que deberán descubrir<br />
dicen que las almas buscan volver a encontrarse con compañeras de aventuras pasadas<br />
dicen que existe el amor, lo juran, lo firman, lo arrugan y lo tiran,<br />
dicen que hay cosas que están prohibidas<br />
dicen que eso no se puede, inventan reglas, culpas, inventan PODER...perder y ganar, inventan educación y reparten pobreza...<br />
dicen que todos tenemos un destino marcado,<br />
dicen que nosotros forjamos nuestros destinos,<br />
dicen que Dios existe y te va a castigar,<br />
dicen que la justicia es algo real,<br />
dicen que el norte...<br />
dicen que el sur...<br />
dicen que no voy a ningún lado, inventan palabras y le ponen significados<br />
dicen que sueñan, te dicen que soñar,<br />
dicen que todo esta bien, (o era al revés?)<br />
dicen que hoy voy a verte...<br />
dicen que somos y estamos...<br />
aun no descubro que soy, pero se que estoy...<br />
y vos no llegas...<br />
<br />
M. C.<br />
<br />
y si! mientras esperaba a Emiliano!<br />
<br /></div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-29136050272471952172015-02-06T02:56:00.001-03:002015-02-06T03:10:58.881-03:00No estás...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Porque cuando caminas...<br />
porque cuando venís...<br />
porque cuando te sentás...<br />
porque cuando no estas, te pienso<br />
porque te conocí...<br />
y porque si, me gustas...<br />
porque no tenias que estar...<br />
porque era tu oblación estar...<br />
porque me saludaste y te bese<br />
porque tus ojos<br />
porque tus manos<br />
y en tus manos la idea,<br />
y en mi cuerpo la obra<br />
porque mi boca pronunciaba palabras<br />
porque tus ojos me iluminaban<br />
porque las sillas no son cómodas<br />
porque el pasado es INNEGABLE<br />
porque tus manos (amor)<br />
llenas de censura en forma de anillo<br />
te limitaban<br />
porque mi fobia te acercaba<br />
y porque todo tiene un fin<br />
jugaste a verme, porque jugué a quererte...y<br />
porque no dijiste nada<br />
porque no dije nada...esta noche vuelvo a preguntarme<br />
¿por que?<br />
porque existís para mi,<br />
porque en mi fantasía existo para vos.<br />
<br />
M. C.<br />
<br />
Casi de modo normal...para Emiliano.<br />
<br /></div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-23943423420568527132013-11-08T09:52:00.001-03:002013-11-08T09:52:28.353-03:00Grande Darío...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: Calibri;">La pregunta que da título a este libro es la primera de una
serie que se abre a lo largo de sus páginas. Porque, ¿quién dijo que debería
servir para algo? Si buscamos una primera respuesta en la definición misma de
la palabra la filosofía como amor al saber, antes debemos también elegir entre
dos alternativas: ¿se trata de buscar el saber y alegrarnos cuando creemos
haberlo encontrado o de aceptar que no vamos a encontrar lo que estamos
buscando?<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<o:p><span style="font-family: Calibri;"> </span></o:p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: Calibri;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-75vHiGIsLrc/Unzd9UrL6OI/AAAAAAAAANQ/aB6n6QLKPDk/s1600/1385522_10202522859411344_1763785006_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-75vHiGIsLrc/Unzd9UrL6OI/AAAAAAAAANQ/aB6n6QLKPDk/s320/1385522_10202522859411344_1763785006_n.jpg" width="208" /></a></span></div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: Calibri;">La historia de la filosofía occidental está estructurada sobre
la base de un pensamiento de opuestos que necesitó de ciertos conceptos para
decir lo suyo: el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, el ser y la nada, lo
útil y lo inútil Según esta lógica, la filosofía no vendría a servir para nada.
¿Pero y si, como propusieron los filósofos contemporáneos, fuera posible salir
de esa dicotomía?</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: Calibri;">Es en esta grieta donde se sitúa Darío Sztajnszrajber para
demostrar que la filosofía no es más que una manera de pensar. De los
presocráticos a Derrida y de Platón a Heidegger, el autor sigue la pista del
crujido que escuchamos cuando sentimos que las cosas tal vez no sean como
creíamos que eran.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: Calibri;">Contra el método y cualquier tipo de sistema, y en un afán
por devolverle a la filosofía su espíritu original, ¿Para qué sirve la filosofía?
(Pequeño tratado sobre la demolición), el primer libro de Darío Sztajnszrajber,
recorre la historia de la filosofía demoliendo ideas, hoteles y nuestra propia
vida, tras una respuesta que quizá no exista.” (contratapa)<o:p></o:p></span><br />
</div>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-31249732676071349462013-09-29T10:22:00.000-03:002013-09-29T10:22:23.646-03:00Cartas marcadas (un lindo tanguito)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
Sombra</div>
<div style="text-align: center;">
que oscurece la ilusión</div>
<div style="text-align: center;">
Pena</div>
<div style="text-align: center;">
que se llama igual que vos.</div>
<div style="text-align: center;">
Viento del presentimiento</div>
<div style="text-align: center;">
que ya es un lamento</div>
<div style="text-align: center;">
por lo que vendrá.</div>
<div style="text-align: center;">
Miedo</div>
<div style="text-align: center;">
del que no puede soñar</div>
<div style="text-align: center;">
sin adivinar</div>
<div style="text-align: center;">
que al final vendrá el dolor.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Me llevan rumbo al fracaso</div>
<div style="text-align: center;">
huellas que nacieron antes que mis pasos.</div>
<div style="text-align: center;">
Al fin es cada esperanza</div>
<div style="text-align: center;">
sombra fugitiva que nunca se alcanza.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Buscar, soñar, volver a golpear</div>
<div style="text-align: center;">
la puerta negada que no se abrirá.</div>
<div style="text-align: center;">
Jugar con cartas marcadas,</div>
<div style="text-align: center;">
trampas de la nada, mi vida y mi amor.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Mano </div>
<div style="text-align: center;">
que sostiene tu puñal.</div>
<div style="text-align: center;">
Copas</div>
<div style="text-align: center;">
que brindan por mi final.</div>
<div style="text-align: center;">
Vanas sombras de un espejo </div>
<div style="text-align: center;">
que sólo es reflejo de otra voluntad.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Miedo</div>
<div style="text-align: center;">
de sentir la humillación </div>
<div style="text-align: center;">
de que mi dolor</div>
<div style="text-align: center;">
venga de otro corazón.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Me llevan rumbo al fracaso</div>
<div style="text-align: center;">
huellas que nacieron antes que mis pasos.</div>
<div style="text-align: center;">
Al fin es cada esperanza </div>
<div style="text-align: center;">
sombra fugitiva </div>
<div style="text-align: center;">
que nunca se alcanza.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Buscar, soñar, volver a golpear</div>
<div style="text-align: center;">
la puerta negada que no se abrirá.</div>
<div style="text-align: center;">
Jugar con cartas marcadas,</div>
<div style="text-align: center;">
trampas de la nada, mi vida y mi amor.</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
Alejandro Dolina</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-61449131473659289672013-09-28T00:17:00.002-03:002013-09-28T00:17:17.795-03:00Donde no se lee<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<em>Este mediodía yo te escribiré<br /> una larga carta sin solución<br /> te mando una estrella, tú la brillarás<br /> y donde diga siempre me recordarás</em><br />
<div id="main_cnt">
<div data-linhas="34" id="div_letra">
<em>Se que caen las palabras como nieve en un jardín<br /> las flores se ocultan y todo es asi.<br /> Tengo una ilusión sólo sin querer<br /> tal vez la carta regrese contigo aquí</em><br />
<em>Donde diga punto yo podré empezar<br /> donde diga coma tu me besarás<br /> y cuando te detengas yo te cantaré<br /> una melodía para esperar</em><br />
<em>Cierra ya tus ojos nena y dime una verdad<br /> jurame que siempre mi carta leerás.<br /> Hay una oración que no podré escribir<br /> dice mil veces que tus manos yo asi perdí</em><br />
<em>Es que hay una armonía donde no se lee<br /> donde el papel quedó en blanco</em><br />
<em>Donde diga punto yo podré empezar<br /> y donde diga coma tu me besarás<br /> y cuando te detengas yo te cantaré<br /> una melodía para esperar</em><br />
<em>se que caen las palabras como petalos de un mal...<br /> Oh... Oh...<br /> tengo una ilusión y tengo este dolor<br /> la carta no vuelve contigo aquí</em><br />
<em>y hay una armonía donde no se lee<br /> donde el papel quedó en blanco.</em><br />
<br />
L.A.Spinetta.</div>
</div>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-66774716269154503652013-09-04T01:49:00.002-03:002013-09-04T01:49:17.045-03:00La última vez<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste? No buscando una respuesta ni encontrando una certeza, sino la última vez que te escapaste de lo cotidiano y te detuviste. No por cansancio ni por desidia, sino porque sí. ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y dejaste que todo a tu alrededor flotara? Como quien se anima a desconectar las cosas, a quitarles su carácter de utilidad, a sacarlas de la lógica del cálculo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que no sirviera para nada? Para nada ni para nadie, ya que las servidumbres se presentan de formas muy misteriosas. Algo que no fuese pensado desde la ganancia, el interés o el egoísmo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo porque sí? No porque te convenía o porque lo necesitabas, o incluso porque lo querías; sino porque sí. O al revés: ¿cuándo fue la última vez que la casualidad hizo con vos algo? No algo productivo, ni profundo, ni siquiera algo en sentido estricto. ¿Cuándo fue la última vez que le diste un abrazo a alguien? No a tus seres queridos ni a personas conocidas, sino a “alguien”, no importa a quien. ¿Cuándo fue la última vez que diste? No importa qué. Un regalo no vale por lo que es, sino que vale en tanto regalo. Un regalo no vale. Un regalo no es. Se da y no vuelve. ¿Cuándo fue la última vez que te abriste? ¿O que no te cerraste? ¿O que demoliste tus puertas? ¿O que dejaste entrar al indigente? ¿O que ese otro irrumpió en vos y te llevó puesto? ¿Cuándo fue la última vez que recordaste? No cuando vence la factura de gas o la fecha del examen, sino que te recordaste como una trama, como una huella, como parte del relato en el que te ves inmerso, como el deseo de querer seguir narrándote. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Simplemente lloraste. De alegría, de tristeza, da igual. Llorar, como quien expresa en ese acto primitivo la existencia viva; como quien solicita, pide, ruega, pero no reclama, ni exige, ni cree merecer.¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser. El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? No por lo que te pudiera pasar, sino por pensar que tal vez nunca no te pasara nada. ¿Cuándo fue la última vez que preferiste la nada al ser, un olor a un concepto, un insomnio a un ansiolítico, un árbol viejo a un ascensor? ¿Cuándo fue la última vez que te traicionaste, que te animaste, que transgrediste, que te lanzaste, que tuviste un sueño, que creíste, que descreíste, que te arrepentiste, que te afirmaste, que te cuestionaste, que soltaste lo propio y te abriste a la pregunta? ¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste? <br />
<div style="clear: both;">
</div>
<div class="post-footer">
<div class="post-footer-line post-footer-line-1">
<span class="post-author vcard"> Darío Sztajnszrajber</span></div>
</div>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-39761221214780228422013-08-08T23:41:00.001-03:002013-08-08T23:41:30.835-03:00Tus ojos...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Ver sus pupilas dilatadas por una fracción de segundo, posadas en mi mirada, justificó el jueves...</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-29350880966550871212013-08-03T17:34:00.000-03:002013-11-08T09:56:33.959-03:00Dicen y dicen...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Dicen que
tenemos alma…<o:p></o:p></span></em></span><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
las personas se conocen por algún motivo<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">que deberán
descubrir…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
las almas buscan volver a encontrarse con otras<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">compañeras
de aventuras de vidas pasadas…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
existe el amor, y lo juran, lo firman,<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">lo arrugan
y lo tiran…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
hay cosas que están prohibidas…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
eso no se puede, inventan reglas, culpas…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Inventan
poder... ganar y poder perder…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Inventan
educación…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Inventan
locura…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
todos tenemos un destino escrito…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
nosotros forjamos nuestros propios destinos…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
dios existe y te va a castigar… <o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
la justicia es real…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
el sur…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
el norte…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
no voy a ningún lado…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
hoy voy a verte…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Dicen que
somos y estamos…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Aún no
descubro quien soy, pero sé que estoy…<o:p></o:p></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Y vos
no.</span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"></span></span></em><br />
<em><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">M. Coria</span></span></em></div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-62858414123535304992013-06-18T23:03:00.002-03:002013-06-18T23:03:34.208-03:00Ay ay ay, otra vez me enamoré...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div align="left" class="ContTitulo">
hoy lo vi, desafiando al destino y al orden que alguien mas decidió...lo vi y me enamore como cada vez que lo veo...no puedo dejar de ver sus ojos, profundos y transparentes...me deja ver su alma,</div>
<div align="left" class="ContTitulo">
cuando cerré la puerta vino a mi cabeza esta rima...realmente tiene unos ojos hermosos</div>
<div align="left" class="ContTitulo">
</div>
<div align="left" class="ContTitulo">
<em> Te vi un punto... (Rima XIV)</em></div>
<table align="center" border="0" style="margin: 0px auto;"><tbody>
<tr><td><div align="left" class="ContTextod">
<em>Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,<br /> la imagen de tus ojos se quedó,<br /> como la mancha obscura, orlada en fuego,<br /> que flota y ciega si se mira al sol.<br /><br /> Adondequiera que la vista fijo,<br /> torno a ver sus pupilas llamear;<br /> mas no te encuentro a ti, que es tu mirada:<br /> unos ojos, los tuyos, nada más.<br /><br /> De mi alcoba en el ángulo los miro<br /> desasidos fantásticos lucir;<br /> cuando duermo los siento que se ciernen<br /> de par en par abiertos sobre mí.<br /><br /> Yo sé que hay fuegos faustos que en la noche<br /> llevan al caminante a perecer;<br /> yo me siento arrastrado por tus ojos<br /> pero adónde me arrastran, no lo sé.</em><br /><br /><br /> De: <i>Rimas, leyendas y narraciones</i></div>
<div align="left" class="ContTextod">
<em>Gustavo Adolfo Becker.</em></div>
<div align="left" class="ContTextod">
<em></em> </div>
<div align="left" class="ContTextod">
<em></em> </div>
</td></tr>
</tbody></table>
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-21344641421986383262013-06-17T01:19:00.000-03:002013-06-17T01:23:20.631-03:00...no habrá un destino incierto, ni habrá distancia que pueda alejarme de ti...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Del 2011 a este tiempo pasaron muchas cosas...buenas, malas, soportables, devastadoras...un poco de todo, en fin, la vida misma, pero el 8 de febrero de 2012 fue un día muy triste para muchos de los que conocimos al flaco Spinetta, recuerdo que esa tarde llovía, y entró un mensaje al celular para contarme que el flaco se nos había adelantado a todos...<br />
tuve la misma sensación en el pecho que había soportado cuando el 24 de octubre de 2006 mi cuñado me aviso que mi mamá se había ido de este plano...<br />
quise ese día escribir algo, pero no podía hacer mas que llorar.<br />
recordé mi infancia que fue cuando escuche por primera vez al flaco, mis hermanos habían comprado Artaud y me atraía su voz y las melodías...así pasaron los años y crecí escuchándolo y fui entendiéndolo, me duele en noches como esta, saber que no voy a escuchar canciones nuevas, que el flaco no esta en este planeta, pero también siento muchas veces que las canciones que escucho tienen nuevos significados, no puedo decir que hay una canción que me guste mucho mas que el resto, tampoco puedo decir que todas me gustan, pero si estoy segura que para cada estado de animo que paso hay algo del flaco que suena en mi.<br />
...y esto será siempre así.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-37325359432444507972013-06-16T16:29:00.000-03:002013-06-16T16:29:24.356-03:00<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
casi dos años de ausencia...<br />
pero siempre vuelvo, y hoy me encuentro otra vez escribiendo, feliz, con nuevas energías, con nuevos sueños e ideales...<br />
así que...<br />
</div>
Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-85834369993261670232011-08-24T09:12:00.000-03:002011-08-24T09:12:26.159-03:00Jorge Luis Borges<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">Hoy se cumplen 112 años de su nacimiento, todo lo que se pueda decir sobre Él siempre será poco...asi que lo recuerdo con este cuento....<br />
<br />
<span style="font-size: large;"><em>Funes el memorioso</em></span><br />
<br />
<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" cols="1"><tbody>
<tr> <td class="nt"><em>Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera. Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del cigarrillo. Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzado. Recuerdo cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora. Más de tres veces no lo vi; la última, en 1887... Me parece muy feliz el proyecto de que todos aquellos que lo trataron escriban sobre él; mi testimonio será acaso el más breve y sin duda el más pobre, pero no el menos imparcial del volumen que editarán ustedes. Mi deplorable condición de argentino me impedirá incurrir en el ditirambo -género obligatorio en el Uruguay, cuando el tema es un uruguayo. Literato, cajetilla, porteño; Funes no dijo esas injuriosas palabras, pero de un modo suficiente me consta que yo representaba para él esas desventuras. Pedro Leandro Ipuche ha escrito que Funes era un precursor de los superhombres, "un Zarathustra cimarrón y vernáculo "; no lo discuto, pero no hay que olvidar que era también un compadrito de Fray Bentos, con ciertas incurables limitaciones.<br />
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo. Lo veo en un atardecer de marzo o febrero del año 84. Mi padre, ese año, me había llevado a veranear a Fray Bentos. Yo volvía con mi primo Bernardo Haedo de la estancia de San Francisco. Volvíamos cantando, a caballo, y ésa no era la única circunstancia de mi felicidad. Después de un día bochornoso, una enorme tormenta color pizarra había escondido el cielo. La alentaba el viento del Sur, ya se enloquecían los árboles; yo tenía el temor (la esperanza) de que nos sorprendiera en un descampado el agua elemental. Corrimos una especie de carrera con la tormenta. Entramos en un callejón que se ahondaba entre dos veredas altísimas de ladrillo. Había oscurecido de golpe; oí rápidos y casi secretos pasos en lo alto; alcé los ojos y vi un muchacho que corría por la estrecha y rota vereda como por una estrecha y rota pared. Recuerdo la bombacha, las alpargatas, recuerdo el cigarrillo en el duro rostro, contra el nubarrón ya sin límites. Bernardo le gritó imprevisiblemente: "¿Qué horas son, Ireneo?"". Sin consultar el cielo, sin detenerse, el otro respondió: 'Faltan cuatro minutos para las ocho, joven Bernardo Juan Francisco". La voz era aguda, burlona. Yo soy tan distraído que el diálogo que acabo de referir no me hubiera llamado la atención si no lo hubiera recalcado mi primo, a quien estimulaban (creo) cierto orgullo local, y el deseo de mostrarse indiferente a la réplica tripartita del otro.<br />
Me dijo que el muchacho del callejón era un tal Ireneo Funes, mentado por algunas rarezas como la de no darse con nadie y la de saber siempre la hora, como un reloj. Agregó que era hijo de una planchadora del pueblo, María Clementina Funes, y que algunos decían que su padre era un médico del saladero, un inglés O'Connor, y otros un domador o rastreador del departamento del Salto.<br />
Vivía con su madre, a la vuelta de la quinta de los Laureles. Los años 85 y 86 veraneamos en la ciudad de Montevideo. El 87 volví a Fray Bentos. Pregunté, como es natural, por todos los conocidos y, finalmente, por el "cronométrico Funes". Me contestaron que lo había volteado un redomón en la estancia de San Francisco, y que había quedado tullido, sin esperanza. Recuerdo la impresión de incómoda magia que la noticia me produjo: la única vez que yo lo vi, veníamos a caballo de San Francisco y él andaba en un lugar alto; el hecho, en boca de mi primo Bernardo, tenía mucho de sueño elaborado con elementos anteriores. Me dijeron que no se movía del catre, puestos los ojos en la higuera del fondo o en una telaraña. En los atardeceres, permitía que lo sacaran a la ventana. Llevaba la soberbia hasta el punto de simular que era benéfico el golpe que lo había fulminado... Dos veces lo vi atrás de la reja, que burdamente recalcaba su condición de eterno prisionero: una, inmóvil, con los ojos cerrados; otra, inmóvil también, absorto en la contemplación de un oloroso gajo de santonina. No sin alguna vanagloria yo había iniciado en aquel tiempo el estudio metódico del latín. Mi valija incluía el De viris illustribus de Lhomond, el Thesaurus de Quicherat, los Comentarios de Julio César y un volumen impar de la Naturalis historia de Plinio, que excedía (y sigue excediendo) mis módicas virtudes de latinista. Todo se propala en un pueblo chico; Ireneo, en su rancho de las orillas, no tardó en enterarse del arribo de esos libros anómalos. Me dirigió una carta florida y ceremoniosa, en la que recordaba nuestro encuentro, desdichadamente fugaz, "del día 7 de febrero del año 84", ponderaba los gloriosos servicios que don Gregorio Haedo, mi tío, finado ese mismo año, "había prestado a las dos patrias en la valerosa jornada de Ituzaingó ", y me solicitaba el préstamo de cualquiera de los volúmenes, acompañado de un diccionario "para la buena inteligencia del texto original, porque todavía ignoro el latín". Prometía devolverlos en buen estado, casi inmediatamente. La letra era perfecta, muy perfilada; la ortografía, del tipo que Andrés Bello preconizó: i por y, f por g. Al principio, temí naturalmente una broma. Mis primos me aseguraron que no, que eran cosas de Ireneo. No supe si atribuir a descaro, a ignorancia o a estupidez la idea de que el arduo latín no requería más instrumento que un diccionario; para desengañarlo con plenitud le mandé el Gradus ad Parnassum de Quicherat y la obra de Plinio.<br />
El 14 de febrero me telegrafiaron de Buenos Aires que volviera inmediatamente, porque mi padre no estaba "nada bien". Dios me perdone; el prestigio de ser el destinatario de un telegrama urgente, el deseo de comunicar a todo Fray Bentos la contradicción entre la forma negativa de la noticia y el perentorio adverbio, la tentación de dramatizar mi dolor, fingiendo un viril estoicismo, tal vez me distrajeron de toda posibilidad de dolor. Al hacer la valija, noté que me faltaban el Gradus y el primer tomo de la Naturalis historia. El "Saturno" zarpaba al día siguiente, por la mañana; esa noche, después de cenar, me encaminé a casa de Funes. Me asombró que la noche fuera no menos pesada que el día. En el decente rancho, la madre de Funes me recibió. Me dijo que Ireneo estaba en la pieza del fondo y que no me extrañara encontrarla a oscuras, porque ireneo sabía pasarse las horas muertas sin encender la vela. Atravesé el patio de baldosa, el corredorcito; llegué al segundo patio. Había una parra; la oscuridad pudo parecerme total. Oí de pronto la alta y burlona voz de Ireneo. Esa voz hablaba en latín; esa voz (que venía de la tiniebla) articulaba con moroso deleite un discurso o plegaria o incantación. Resonaron las sílabas romanas en el patio de tierra; mi temor las creía indescifrables, interminables; después, en el enorme diálogo de esa noche, supe que formaban el primer párrafo del capítulo xxiv del libro vii de la Naturalis historia. La materia de ese capítulo es la memoria; las palabras últimas fueron ut nihil non iisdern verbis redderetur audíturn.<br />
Sin el menor cambio de voz, Ireneo me dijo que pasara. Estaba en el catre, fumando. Me parece que no le vi la cara hasta el alba; creo rememorar el ascua momentánea del cigarrillo. La pieza olía vagamente a humedad. Me senté; repetí la historia del telegrama y de la enfermedad de mi padre. Arribo, ahora, al más difícil punto de mi relato. Éste (bueno es que ya lo sepa el lector) no tiene otro argumento que ese diálogo de hace ya medio siglo. No trataré de reproducir sus palabras, irrecuperables ahora. Prefiero resumir con veracidad las muchas cosas que me dijo Ireneo. El estilo indirecto es remoto y débil; yo sé que sacrifico la eficacia de mi relato; que mis lectores se imaginen los entrecortados períodos que me abrumaron esa noche.<br />
Ireneo empezó por enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa registrados por la Naturalis historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los veintidós idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una sola vez. Con evidente buena fe se maravilló de que tales casos maravillaran. Me dijo que antes de esa tarde lluviosa en que lo volteó el azulejo, él había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado. (Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su memoria de nombres propios; no me hizo caso.) Diecinueve años había vivido como quien sueña: miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo. Al caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales. Poco después averiguó que estaba tullido. El hecho apenas le interesó. Razonó (sintió) que la inmovilidad era un precio mínimo. Ahora su percepción y su memoria eran infalibles.<br />
Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etcétera. Podía reconstruir todos los sueños, todos los entre sueños.<br />
Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: "Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo". Y también: "Mis sueños son como la vigilia de ustedes". Y también, hacia el alba: "Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras". Una circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con el fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo.<br />
Esas cosas me dijo; ni entonces ni después las he puesto en duda. En aquel tiempo no había cinematógrafos ni fonógrafos; es, sin embargo, inverosímil y hasta increíble que nadie hiciera un experimento con Funes. Lo cierto es que vivimos postergando todo lo postergable; tal vez todos sabemos profundamente que somos inmortales y que tarde o temprano, todo hombre hará todas las cosas y sabrá todo. La voz de Funes, desde la oscuridad, seguía hablando. Me dijo que hacia 1886 había discurrido un sistema original de numeración y que en muy pocos días había rebasado el veinticuatro mil. No lo había escrito, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele.<br />
Su primer estímulo, creo, fue el desagrado de que los treinta y tres orientales requirieran dos signos y tres palabras, en lugar de una sola palabra y un solo signo. Aplicó luego ese disparatado principio a los otros números. En lugar de siete mil trece, decía (por ejemplo) Máximo Pérez; en lugar de siete mil catorce, El Ferrocarril; otros números eran Luis Melián Lafinur, Olimar, azufre, los bastos, la ballena, el gas, la caldera, Napoléon, Agustín de Vedía. En lugar de quinientos, decía nueve. Cada palabra tenía un signo particular, una especie de marca; las últimas eran muy complicadas... Yo traté de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era precisamente lo contrario de un sistema de numeración. Le dije que decir 365 era decir tres centenas, seis decenas, cinco unidades: análisis que no existe en los "números" El Negro Timoteo o manta de carne. Funes no me entendió o no quiso entenderme. Locke, en el siglo xvii, postuló (y reprobó) un idioma imposible en el que cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre propio; Funes proyectó alguna vez un idioma análogo, pero lo desechó por parecerle demasiado general, demasiado ambiguo. En efecto, Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez.<br />
Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito para la serie natural de los números, un inútil catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo) son insensatos, pero revelan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferír el vertiginoso mundo de Funes. Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez. Refiere Swift que el emperador de Lilliput discernía el movimiento del minutero; Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. Babilonia, Londres y Nueva York han abrumado con feroz esplendor la imaginación de los hombres; nadie, en sus torres populosas o en sus avenidas urgentes, ha sentido el calor y la presión de una realidad tan infatigable como la que día y noche convergía sobre el infeliz Ireneo, en su pobre arrabal sudamericano. Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo; Funes, de espaldas en el catre, en la sombra, se figuraba cada grieta y cada moldura de las casas precisas que lo rodeaban. (Repito que el menos importante de sus recuerdos era más minucioso y más vivo que nuestra percepción de un goce físico o de un tormento físico.) Hacia el Este, en un trecho no amanzanado, había casas nuevas, desconocidas. Funes las imaginaba negras, compactas, hechas de tiniebla homogénea; en esa dirección volvía la cara para dormir. También solía imaginarse en el fondo del río, mecido y anulado por la corriente.<br />
Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos. La recelosa claridad de la madrugada entró por el patio de tierra.<br />
Entonces vi la cara de la voz que toda la noche había hablado. Ireneo tenía diecinueve años; había nacido en 1868; me pareció monumental como el bronce,<br />
más antiguo que Egipto, anterior a las profecías y a las pirámides. Pensé que cada una de mis palabras (que cada uno de mis gestos) perduraría en su<br />
implacable memoria; me entorpeció el temor de multiplicar ademanes inútiles.<br />
<br />
Ireneo Funes murió en 1889, de una congestión pulmonar.</em></td></tr>
</tbody></table></div>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-18717625995723494772011-05-30T07:22:00.000-03:002011-05-30T07:22:55.179-03:00Pedro Guerra - Cerca Del Amor (Video)<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/6qvipOkXSeY?fs=1" frameborder="0" width="425" allowfullscreen=""></iframe>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-52455277421138929812011-05-24T20:59:00.000-03:002011-05-24T20:59:15.623-03:00Los dias por vivir - Baglietto<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/yv7mVcEfTXc?fs=1" frameborder="0" width="425" allowfullscreen=""></iframe>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-37911380380722888142011-05-24T17:58:00.000-03:002011-05-24T17:58:23.805-03:00llueve...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-fsZFHIuflzc/Su4oz1KFB2I/AAAAAAAAADE/ceT_bMOSZf8/s1600/imagesCAXGOJVP.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-fsZFHIuflzc/Su4oz1KFB2I/AAAAAAAAADE/ceT_bMOSZf8/s320/imagesCAXGOJVP.jpg" t8="true" width="273" /></a></div>y extraño a Santi...</div>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-84422289505340586682011-04-29T10:12:00.000-03:002011-04-29T10:12:50.314-03:00Vox Dei - Prometeme que nunca me diras adios<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/miADa1sqxd8?fs=1" frameborder="0" width="425" allowfullscreen=""></iframe>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-64473008674625898002011-02-12T20:03:00.005-03:002011-02-17T12:28:20.092-03:00me gusta mucho esta canción...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=83f0887" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br />
<br />
</div>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-28657984948718689562010-12-11T11:45:00.000-03:002010-12-11T11:45:50.932-03:00Es infinita esta riqueza abandonadaEsta mano no es la mano ni la piel de tu alegría<br />
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo<br />
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas<br />
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada<br />
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido<br />
después del rostro hay otro rostro<br />
tras la marcha de tu amante hay otra marcha<br />
tras el canto un nuevo roce se prolonga<br />
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas<br />
siempre será así<br />
<br />
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo<br />
pero otro sueño se levanta y no es el mismo<br />
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos de cualquiera<br />
no eres el mismo no son los mismos<br />
otros saben la palabra tú la ignoras<br />
otros saben olvidar los hechos innecesarios<br />
y levantan su pulgar han olvidado<br />
tú has de volver no importa tu fracaso<br />
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada<br />
y cada gesto cada forma de amor o de reproche<br />
entre las últimas risas el dolor y los comienzos<br />
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas<br />
una máscara de abedul presagia la visión<br />
has querido ver<br />
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces<br />
el río llega a los dioses<br />
sube murmullos lejanos a la claridad del sol<br />
amenazas<br />
resplandor en frío<br />
<br />
no esperas nada<br />
sino la ruta del sol y de la pena<br />
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada<br />
<br />
<br />
Edgar Bayley.Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-37118655935488268022010-12-11T11:00:00.000-03:002010-12-11T11:00:05.885-03:00Sapo de otro pozo - Caballeros de la Quema<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/92Z5WGMFs_0?fs=1" frameborder="0" width="425"></iframe><br /><br />ojalá me atreva a ser más asesino de mis sueños para no soñarte,<br />ojalá pueda poner en penitencia mi paciencia para no esperarte...Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-77335855351170665682010-12-10T23:40:00.000-03:002010-12-10T23:40:42.783-03:00Fulanos de Nadie - Caballeros de la quema<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/pcm4PPEZLBQ?fs=1" frameborder="0" width="425"></iframe><br /><br />...lo que nos cura se va...siempre se va...<br />se queda un rato, nos mima, nos miente...<br />y después se va...!Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7995842697788297346.post-39255520867084485652010-11-23T09:10:00.000-03:002010-11-23T09:10:23.310-03:00Homenaje a Néstor Kirchner - Alejandro Dolina<iframe height="344" src="http://www.youtube.com/embed/fqmB3ORv9LI?fs=1" frameborder="0" width="425"></iframe>Miriamhttp://www.blogger.com/profile/13447778672234006003noreply@blogger.com1